El objetivo era estar en la parte alta de la tabla y eso se consiguió desde la tercera jornada. La meta era forjar el carácter ganador de un equipo, encauzarle por la senda de la lucha, la intensidad y la negación de la derrota... la meta se cruzó hace tiempo. Quedan dos partidos, seis puntos en juego, y el PLG B necesita tan sólo tres para proclamarse campeón de grupo (siendo durante muchas jornadas, aún hoy, el equipo más goleador, perjudicado también por la retirada de tres conjuntos en su grupo, y el que más puntos ostenta). El ser campeón no era el precepto con el que se partía y por ello no sería un fracaso no conseguirlo. El equipo está ya en Primera, de manera brillante. El equipo ha sido respetado y temido a la par, ha desatado envidias y jamás ha pensado en la derrota... y eso sólo lo consiguen los equipos campeones (amén del juego desplegado en gran parte del campeonato).
El sábado, a partir de las 15,45, el cuadro rojillo tendrá la oportunidad de poner el broche de oro a la temporada, un premio a una trayectoria y a un compromiso fuera de dudas.
Acto seguido, el primer equipo afrontará un duro duelo ante el Chiloeches que le podría servir para certificar su permanencia en una de las temporadas más igualadas en División de Honor.
El sábado, a partir de las 15,45, el cuadro rojillo tendrá la oportunidad de poner el broche de oro a la temporada, un premio a una trayectoria y a un compromiso fuera de dudas.
Acto seguido, el primer equipo afrontará un duro duelo ante el Chiloeches que le podría servir para certificar su permanencia en una de las temporadas más igualadas en División de Honor.
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